El grito en el cielo puse un sencillo amanecer, pues mi cuerpo estaba cubierto de pergaminos sin leer. Al despertar estos manuscritos encontré, su rúbrica delataba su proceder, siendo la caligrafía de mi poder. Expresaban toda una vida de sueños, experiencias, pensamientos y lo más importante lo que quedaba por vivir. He tapizado mi cuarto con las letras que aquel día escribí. Para no olvidar los objetivos, ni los sueños por vivir.

miércoles, 30 de abril de 2025

LA FLOR DEL HENO

Amadeo sujetaba con la mano una caja extraída de la última balda del estante, mientras que con la otra buscaba el rosario que le regalaron cuando hizo la Primera Comunión. No era un fiel creyente, ni tan siquiera practicaba la fe en esos días de Semana Santa tan señalados como festivos, siempre lo había guardado con otros objetos viejos, obsoletos, renegados a existir solo en el trastero. Algo inusual para él que nunca daba un paso hacia atrás, el pasado le pertenecía a la prehistoria; un atisbo de añoranza que había pasado por su mente lo llevó hasta allí, necesitaba recordar otra vez su olor a rosas, el mismo que le pareció una cursilada cuando su ahora difunta esposa se lo regaló. Desde muy pequeños eran inseparables, vecinos, alumnos de la misma clase y compañeros de juegos, tantos ratos pasaron juntos que de mayores no pudieron separarse. Las lágrimas resbalaban por su rostro, cabreado con el mundo cogió la caja con las dos manos y la lanzó. Se bajó de la escalera y llorando se sentó en el suelo, pasaron unos minutos hasta que se repuso, volteo la caja y comenzó a recoger, un viejo álbum de cromos, cintas de radio casete, posters de futbolistas, cochecitos, indios… poco después apareció el rosario, seguía en su cajita, con la imagen de Santa Teresa en la tapa, lo abrió, su olor permanecía intacto, se lo colgó del cuello y tras guardar la caja en el bolsillo de su camisa alargó su mano para coger la biblia, la misma que ella un día le prestó y nunca encontró el momento para devolvérsela. Al caer se había abierto por la Carta de Santiago, al tenerla entre sus manos tuvo la necesidad de leerla, colocó la caja en el estante y marchó a sentarse en el sofá junto a la chimenea, encendió la luz de la lámpara y tras ponerse las gafas de cerca, comenzó a leer.

 
En consejos para tiempos de pruebas, encontró una gran similitud, era un hombre de la flor del heno, había tenido suerte al nacer en una familia de clase alta, al heredar empresas que daban grandes beneficios, no había soportado las pruebas del señor, hasta que se llevó a su esposa, sentía que Dios le había castigado, y por tanto no le daría la corona de la vida. En la tentación y la gracia, tropezó con los deseos, la seducción y los pecados a los que le habían llevado tener una amante. En deberes para la palabra de Dios, recordó cuantas mentiras necesitó no solo para su mujer, sino para todo, para los profesores y sus padres cuando era pequeño, para los socios y clientes de mayor, y para las viudas y huérfanos que había dejado en el camino por falta de buenas medidas preventivas en sus empresas, junto con la explotación a sus trabajadores comparados con mulas de carga. Con respecto a los pobres, hizo siempre distinción, paseando con los ricos y humillando a los más desfavorecidos. Su lengua llevó a cabo todo tipo de pecados dejando al margen la sabiduría, pura, imparcial y sin hipocresía. Litigios no le faltaron nunca con todo aquel que le llevó la contraria, a pesar de saber que no era justo. Como bien decía las amonestaciones para los ricos, él había engordado su cuerpo y sus arcas a costa del obrero que siempre le había servido. Si un pecador vuelve del camino equivocado se salva de la muerte, esa fueron las últimas palabras que terminaron por estremecer su alma. Cerró la biblia y se dirigió a su despacho, abrió el ordenador, se conectó a internet y le envió un correo electrónico a su secretaria en el que decía: <<Cecilia, ya sé que es domingo, perdona por molestarte en tu día libre, algo o alguien en estos dos días me ha abierto los ojos, los que tantas veces cerré ante la necesidad del otro, pero eso ha terminado, desde hoy eres la presidenta de todos mis negocios, te mereces un ascenso, coge todo el dinero de la cuenta principal y repártelo entre distintas ONG y no te olvides de darle una bonificación a las viudas de los operarios fallecidos. No te preocupes, no estoy loco y para que no tengas problemas ya informaré a mi abogado para que te ayude, yo, yo me voy a peregrinar, si alguien te pregunta por mí, cambié de vida, voy a ser un hombre nuevo, mis pies caminaran por el viejo camino de Santiago, como lees, así tal cual, una señal divida me ha ayudado, te preguntaras ¿Por qué a mí? Yo te responderé, porque supliqué ayuda cuando la necesitaba y me di cuenta de que en el reino de los cielos no había cabida para mí.>>

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